CON LA ESPERANZA DE MEJORES TIEMPOS, FIRMAN JOSÉ TOMÁS y JOSÉ ADAME.

CRÓNICA. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

Dedico estas notas a una “tomasista” o “tomista” declarada, Rosana Fautsch F.

   Han pasado ya todos los alientos causados por el que fue, en términos publicitarios, el espectáculo taurino del año. Seguramente habrá otros que le superen en términos de balance, a menos que se repita la condición más importante: la de un lleno en la plaza de toros “México”. Pero además, el festejo aludido vino acompañado de elementos que orbitaron como un auténtico sistema solar en el que el “mano a mano” José Tomás y “Joselito” Adame se convirtió en eje central de este episodio, que ya sentó precedente.

   Llegar a la plaza era ya todo un espectáculo, lamentablemente empañado por un grupo de antitaurinos que no paró de vociferar casi hasta la mitad del festejo. Tal concentración fue “encapsulada” por granaderos, que los hubo como para contener toda una manifestación, pero ello evitó cualquier fricción o enfrentamiento con los aficionados que llegaban por miles al coso de Insurgentes. Otra razón más es que a la entrada, parecía que no accedíamos a una plaza de toros sino a un reclusorio. Tres o cuatro grandes muros metálicos fueron el parapeto por el que estuvimos obligados a pasar, previa revisión tipo carcelaria luego de habernos formado en largas, larguísimas filas bajo la paciente espera de aquel dispositivo que no terminó ahí. La siguiente etapa vino luego del paseíllo. Se comprende que José Tomás, como primer espada se tome, junto con su administración, algunas libertades o ventajas, ¡pero hombre!, 20 minutos para el retiro del adorno floral, el rastrilleo de los monosabios, la presencia de aquella camioneta que distribuye el agua, y vuelta a rastrillar y apisonar la arena… ¡20 minutos!

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Esto sucedió a las afueras de la plaza de toros “México”. No se trataba de ningún reclusorio…

   Por los registros históricos habidos hasta nuestros días, ninguna “figura del toreo”. Ningún “mandón” fue capaz de causar semejante molestia, lo que es de notar luego de esa desagradable experiencia. Sin temor a equivocarme, la última gran conmoción fue la de aquellos lejanos días en que “Manolete” vino a México y armó la que armó, sin necesidad de estas cosas. En fin, que no íbamos armados, ni con intención alguna de ocasionar conflictos, sino simple y sencillamente a presenciar un espectáculo de las dimensiones ya conocidas.

   Por lo demás, el desempeño de José Tomás –tomando en cuenta lo dicho hasta aquí- se vio empañado por algunos factores que diluyeron las esperanzas por admirar una gran hazaña. El de Galapagar se notó desenvuelto, en su estilo arrebatador, de plantarse como una columna salomónica y soportar las arremetidas de aquellos tres ejemplares (cuatro si nos atenemos a la estadística). A su primero que terminó justo de fuerza, tuvo que ponerse más cerca, al punto de ser prendido hasta en dos ocasiones. Sin embargo, hasta ahí, todo era correcto, aún no se desataban los demonios y la faena se quedó en un buen intento. Remató de un estoconazo algo desprendido, y aunque la petición no fue mayoritaria, Jesús Morales otorgó sin más miramiento una oreja, misma que fue protestada. Esto vino a convertirse en inoportuna razón que provocó el desacuerdo general, hasta el punto de tener que ocultar aquel “obsequio”, agradecer desde los medios y pasar a retirarse al callejón. Todo esto en un santiamén.

CONTRASTES...

   Al segundo de su lote, pequeño e indigno para esta plaza, pero que pasó casualmente sin que se le protestara, José Tomás lo supo entender de mejor manera. Si bien, en sus lances de recibo no se le pudo ver el deseable aplomo, pues aquellas “verónicas” no fueron maravilla ni excelsitud arrebatadora. La mano de la salida por uno y otro lado apuntaron hacia arriba, con lo que nos quedó a deber con mejores lances. Por “chicuelinas” más tarde bien, pero no más. Vestido de salmón y oro construyó una faena a la que los españoles nos tienen poco acostumbrados en México. Esta fue a base de varias series de muletazos, caudalosos y por ambos lados. Pero las mayorías seguían incrédulas. El desencanto subió de tono tras varios desaciertos con la espada.

   Y vino el episodio con el quinto, el cual fue devuelto sin mayor trámite. En su lugar, salió un ejemplar de Xajay, en el mismo tenor de aquel y para entonces las cosas se tornaron burla, pues por más esfuerzo que intentó el madrileño, el público ya no quiso tomárselo en cuenta. El mito se tambaleaba.

   ¡Viva Aguascalientes´nnn! ¡Viva!, fue ese grito de batalla que se escuchó casi toda la tarde, demostración de afecto que los aficionados dedicaron a “Joselito” Adame, Antígona natural de José Tomás en este polémico cartel, y del que el aguascalentense sacó ventaja luciendo sus adelantos y más de algún detalle de mal gusto, que los tuvo.

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Plaza llena y tarde de toros sin más.

“Joselito” tiene la virtud de mostrar cada tarde sus adelantos, aunque si no es capaz de pulir algunas deficiencias, aquello podría convertirse en un auténtico dolor de cabeza. El acabose en estas “novatadas” fue ese par de momentos en que lanzó las zapatillas por aquí y por allá sin motivo aparente.

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Panorámica del acontecimiento taurino del año.

   Por lo demás, bien, muy bien por momentos, donde materialmente quedó convertido en “carnada” dando cara a dos de sus tres enemigos con los que pudo lucirse a ese extremo, lo que por algún momento no comprendió la “clientela” y después terminó agradeciéndole. Pero a pesar de que marcó los tiempos tal cual lo establecen las más rancias tauromaquias, su toreo no causó las conmociones esperadas, ni tampoco puso de cabeza a una plaza que seguía a la espera de un milagro mayor, como aquellos que se producen o no en la más importante de las iglesias en Nápoles, justo donde reposa la sangre de San Genaro, y de la que para que se produzca el milagro es que esa sustancia debe licuarse, lo que sucedió recientemente, justo en marzo de 2015.

   “Joselito” animado por los gritos que recordaban su “matria” y la de muchos más que allí se encontraban, tuvo un notable desempeño en el último de la tarde-noche, al que entre otras cosas, lo saludó con una serie de lances por “zapopinas”. De la faena, y como las otras dos, realizadas en un mismo terreno, lo que habla del mando del torero sobre el toro, fue dándole forma con sapiencia y mucho mando. Técnicamente impecable, lo cual en su caso no fue una casualidad, pues ha venido a la plaza de la recientemente declarada ciudad de México con un bagaje de actuaciones dentro y fuera del país que le ponen en condiciones de compromiso cada vez más notables. Estaba mentalizado el hombre y así lo entendió y así se lo propuso. Delantera y desprendida quedó la espada en el remate de aquel trasteo, y como tardara en doblar echó mano del descabello. Dos orejas generosas que sirvieron para equilibrar de cualquier manera una jornada que no alcanzó las cotas esperadas.

   A la salida, aquello todavía seguía siendo un río de gente, a la que no se le apreciaba con demasiado entusiasmo. Pronto fueron retirándose, quizá con la esperanza de mejores tiempos, o una mejor tarde de toros que esta…

GRABADO ROSSANA FAUTSCH F.1

Apunte en blanco y negro de José Tomás, por Rosana Fautsch. 2003.

   Antes de terminar, solo me queda un apunte: la mala nota –una vez más- con el ganado. De mala presentación y apenas con un puntito de raza, que alguno hasta hizo cosas de manso y aún así, aplaudieron sus despojos camino al matadero. Por precaución, evito poner el nombre de esas dos ganaderías que, una vez más, se prestaron para manchar su honor.

2 de febrero de 2016.

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