Archivo mensual: febrero 2013

LA FIESTA ES MUCHO MÁS QUE UN ESPECTÁCULO…

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   El día de hoy, 28 de febrero, el reconocido periodista español, don Antonio Petit Caro, ha publicado en su portal de internet “Taurología.com” una interesante, interesantísima reflexión acerca de los últimos acontecimientos, donde luego de que la Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos presentó recientemente su Plan Nacional de Tauromaquia, esto hace que nos aproximemos a la textura de una serie de propuestas más terrenables en el ámbito de todo aquello que supone responsabilizarse e involucrarse con el desarrollo y permanencia; con todas las gestiones posibles de protección destinadas a la preservación del espectáculo de los toros. No sólo en España. Me parece que tales propósitos se hacen extensivos hacia el resto de los otros siete países que mantienen entre sus tradiciones materiales o inmateriales, la de la tauromaquia.

   Por tal motivo y con la venia de tan entrañable amigo, me permito compartir con ustedes sus reflexiones que son, en buena medida punta de lanza de una mirada al horizonte que no debe perderse de vista.

 LA FIESTA ES MUCHO MÁS QUE UN ESPECTÁCULO..._28.02.2013

   En el orden de los conceptos, lo más usual es que cuando nos referimos a la Fiesta estamos poniendo la vista primordialmente en el desarrollo de un espectáculo; como mucho, miramos también hacia el campo bravo, como exigencia necesaria para que el espectáculo tenga lugar. Sin embargo, cuando se afirma que «la Fiesta es mucho más que un espectáculo» se está traspasando esa frontera concreta, para entrar en un ámbito más rico y mejor fundado a la hora de establecer las bases del Arte del Toreo. Es lo que viene a realizar en uno de sus epígrafes el Informe de la Comisión asesora, que en este campo expone una de sus consideraciones más certeras, en la medida que sirve de fundamento para todas las demás.

 Antonio Petit Caro

    “La Fiesta es mucho más que un espectáculo”. La sentencia es sencilla y aparentemente, tan sólo aparentemente, podría concluirse que reconocer esa realidad nada o poco aporta al debate taurino. En este sentido, podríamos decir que está anotada en el capítulo de lo ya sabido y casi obvio. Sin embargo, si se analiza con un cierto detenimiento se comprueba que viene a ser una especie de nudo gordiano que permite abordar el hecho taurino bajo una perspectiva diferente, más amplia y mejor fundada.

   La primera vez que la leí en esos mismos términos –no quiere ello decir que alguien no la hubiera manejada antes– fue 1998 en un breve artículo del abogado Arsenio Lope Huerta, en un libro de homenaje a Manolete, pero que incluía también otras cuestiones, editado por la Unión Taurina de Abonados de España. La aducía su autor a la hora de abordar cuanto encierra la Fiesta de  relevancia social. Quizás por eso, antes había citado al profesor Tierno Galván, para recordar cómo le gustaba referirse a la Fiesta como un acontecimiento, sobre todo bajo esa concepción orteguiana de entenderla como un buen termómetro de la situación social de España.

   Mas tarde esa definición la vi reaparecer en otros textos, el último de los cuales es la exposición de motivos de la ILP, que ahora se tramita en la Comisión de Cultura del Congreso, cuando con mayor o menor fortuna se hace referencia al deber del Estado de fijar criterios en dos campos inseparables: su componente cultural  y sus aspectos económicos.

   Ahora la encuentro de nuevo en el epígrafe dedicado a “La regulación de la Fiesta”,  en el informe elaborado por la Comisión de Trabajo que presidió Juan A. Gómez Angulo. Quizá sea influencia de los juristas que formaron parte de ella, pero el enfoque de este punto que se da en el Informe merecería la pena que se le declarara “vinculante”, no sólo asesor.

   Quienes hayan leído estas 48 páginas –ejercicio muy recomendable–, se acercaran en unos pocos párrafos a una visión más amplia y trascendente de cuanto se encierra en tan escueta definición de la Fiesta. Sin acudir a un mayor aparato jurídico, con un lenguaje accesible a  todos, tal definición se ubica en su contexto más propio.

   Como bien recuerdan los comisionados, la Fiesta de los toros ha sido durante dos siglos la gran ausente de la legislación básica española -Constituciones incluidas-, vacío que se interrumpe con la ley de 1991 sobre potestades administrativas. Sin embargo, esta ley se dedica de manera específica a la ordenación del espectáculo; como tal, abunda en el régimen sancionador, en las labores de policía, en cuestiones de ordenamiento administrativo, etc. Por eso, su gran fruto fue el Reglamento de 1996.

Es cierto que no olvida defender los derechos de los aficionados, pero lo hace precisamente para garantizar la integridad de la Fiesta como espectáculo y en consecuencia pormenorizar las condiciones y requisitos que deben cumplirse en su celebración. Años más tarde, todo ese volumen competencial sería en gran parte transferido a las Comunidades autónomas, en virtud del cual se produce la  diversidad de los Reglamentos, por ejemplo.

   Frente a estas realidades, el Informe propugna con buen tino que la Fiesta sea considerada, primera y primordialmente, como patrimonio cultural y sobre esta concepción debiera construirse toda su arquitectura legal, que los comisionados cifran en un Ley Nacional sobre la Tauromaquia.

   No se trata ya de ceñirse a una norma reguladora del desarrollo de un espectáculo determinado; sino de una legislación básica, dentro de la específica área de Cultura de la Administración del Estado, que establezca y asegure la preservación y la unidad de cuanto supone este patrimonio cultural, en el que la celebración de un espectáculo específico no es más que una manifestación entre otras; de esta forma, se incorporaría a la legislación todo cuanto encierra la Fiesta, desde los componentes propios de todo hecho cultural y artístico  hasta cuando sucede en torno al toro bravo.

   En el fondo, se trataría colocar la Fiesta en su lugar más propio, que viene definido por el artículo 46 de la Ley del Patrimonio Histórico Español, de 1985, donde se afirma: “Forman parte del Patrimonio Histórico Español los bienes muebles e inmuebles y los conocimientos y actividades que son o han sido expresión relevante de la cultura tradicional del pueblo español en sus aspectos materiales, sociales o espirituales”. Una concepción que, a su vez, engarza perfectamente en el artículo 46 de la Constitución, por el que los poderes públicos vienen obligados a garantizar y enriquecer todo el patrimonio histórico, cultural y artístico de la nación y de los bienes que lo integran.

   Bajo un punto de vista como el anterior, estaríamos ante la definitiva consagración de la Fiesta como una realidad cultural, frente a la cual el simple ejercicio de las actuales competencias taurinas, que fueron transferidas de un ministerio a otro, no pasarían de ser meras cuestiones de orden administrativo, en su concepción más simple. Por eso, la gran diferencia con el nuevo diseño que se dibuja en el Informe es clara: no se trata de pintar de otro color nuestra casa común, que es lo que se viene a hacer con la referida transferencia interministerial de 2010; lo que se defiende, y con razón, es que se construya una nueva casa, más amplia y confortable, para todo el Toreo concebido como arte y como cultura.

   En paralelo, esa Ley permitiría salvar perfectamente la situación casi contrapuesta de hoy en cuanto se refiere a las competencias legales propias del Estado y las de orden regulatorio de las Comunidades Autónomas. Al primero le corresponderían, como manda la Constitución, cuanto se refiere al patrimonio cultural e histórico, así como la legislación básica, como son el ordenamiento laboral, las actividades empresariales y mercantiles, etc. A las instituciones autonómicas debieran corresponder el desempeño específico de cuestiones que le son propias por sus Estatutos: la labor de policía, el régimen de autorizaciones, la vigilancia del cumplimiento reglamentario, las peculiaridades y costumbres populares, etc.

   Se trata de una opción que de forma natural nos llevaría a reforzar y trasladar a la Fiesta  el concepto de la unidad de mercado,  más allá de su mera significacion en el orden económico. De  suyo tal es la Fiesta en sus aspectos fundamentales: una es la profesión, una es la lidia, una la crianza del ganado bravo, uno es, en fin, el Arte del Toreo. Se trata de una realidad básica que no entiende de competencias fraccionables en 17 regulaciones diferentes.

   Por lo demás, con independencia del futuro que pueda tener esa Ley, en el Informe se localizan en esta materia jurídica aspectos concretos que podrían y deberían de ser de gran utilidad a la hora de enriquecer y matizar el texto de la ILP que ahora se tramita en el Congreso. A los señores diputados le dan ya resuelto buena parte de su trabajo.[1]


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JOSÉ GUADALUPE POSADA EN LOS TOROS. XVI.

EL ARTE… ¡POR EL ARTE!

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    El México que vive José Guadalupe Posada, es el mismo que el artista refleja en sus grabados. De eso no nos debe quedar la menor duda, aunque parezca una perogrullada, independientemente de sus posturas o ideologías políticas. Tan cercano a la condición del pueblo,[1] José Guadalupe tuvo la capacidad de entender lo mismo el sentir de la vida urbana, lo que sucedía a la vista de todos y en las calles, como los traumas y las condiciones más extremas de determinados seres que de la vida privada, pasaron a convertirse en tema de sus grabados o dibujos. Lejos de esas descarnadas circunstancias, a las que nunca faltó el toque de humor, Posada tenía que nutrirse de todos los asuntos posibles que pasaran por su mirada, y con toda seguridad el acudir a las plazas de toros, sirvió también como un tema recurrente del que nos deja sinnúmero de evidencias, en las que no sólo destaca su estética, sino la propia condición que, para esos momentos (los de fines de siglo XIX y comienzos del XX) se convierten en el de una transición, en el cambio definitivo de procedimientos para una tauromaquia que dejó de ser ese muestrario de conceptos monopolizados por Ponciano Díaz y sus huestes, para convertirse en la materialización del toreo de a pie, a la usanza española y en versión moderna, de cuya nueva experiencia en las plazas, encontramos buen número de ejemplos, concebidos al más puro estilo “posadiano”. 

 EL POPULAR_03.12.1907_p. 1_GRABADO JGP

Con toda seguridad, esta composición, pertenece a alguna serie de Tauromaquia que Posada pretendía publicar en cuanta oportunidad se presentara. El Popular, D.F. del 3 de diciembre de 1907, p. 1.

    El artista, en buena medida siempre dispuso del espacio en diversas publicaciones periodísticas, lo que permite un despliegue caudaloso de material que se convierte en una de las mejores evidencias, para entender ese toreo, el que también ya está bajo la mirada de la fotografía. Sin embargo, su trabajo es complementario a toda aquella visión de la modernidad, que incluye al cinematógrafo. Difícil momento en el que se confrontan aquellas técnicas, pero gracias al hecho de que ciertas costumbres y hábitos de lectura arraigaron, esto permite su permanencia. Por aquellas épocas el número de periódicos y revistas era notable, aunque el analfabetismo seguía siendo un gran problema en la sociedad, de ahí que quienes no gozaban del privilegio de la lectura, se conformaban con las ilustraciones, muchas de las cuales siendo de Posada mismo, deben haberse identificado con quienes en la sola lectura gráfica, se permitían el privilegio de entender, y a su manera, el arte. Por ende, los toros.

   Como ya se ha venido comprobando, también el cartel o las “hojas de papel volando” sirvieron como elementos complementarios de información. Aquellos materiales sueltos, de poco valor, impresos en papel bastante vulnerable (papel de “china” le llamamos por aquí), hicieron que esa memoria también se sometiera al mismo rasero de riesgos, pues lo que ha llegado hasta nuestros días no es sino una pequeña parte de lo que en su momento circuló por las calles y llegaba a manos de los interesados. 

CONTINUARÁ.


[1] Para mí el concepto «pueblo» es utopía al no existir una razón que lo defina como tal. Las luchas civiles entre señores -durante el siglo XIX, el XX y el que ya transcurre-utilizan las masas humanas como instrumento para conseguir intereses personales, sustentados en el término pueblo, el mismo que funciona para satisfacer -sí y solo sí- los intereses. Cubierta esa necesidad, el pueblo vuelve a su estado utópico, en tanto que terrenable es o son masas (todo ello bajo el entorno latinoamericano).

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DISECADO UN FAMOSO TORO DEL ASTILLERO. 1838.

MINIATURAS TAURINAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

     A invitación expresa del buen aficionado Eduardo Campos, acudimos hace unos días a la casa del buen amigo Paco Maldonado, “especialista en cabezas de toro de lidia”, y quien realiza excelentes trabajos de taxidermia, herencia de su padre, el famoso torero y también taxidermista “El Tato”, a quien conocí en su antigua casa de las calles de Esperanza, en Azcapotzalco hace ya más de 30 años. En torno a una deliciosa e inolvidable comida, preparada por el anfitrión, Paco Maldonado y su esposa, nuestra conversación giró sobre todos los temas posibles, habidos y por haber relativos a la historia y técnica de la tauromaquia. Entre otros asuntos, surgieron los comentarios sobre antiguos ejemplos de taxidermia. Les comenté que el caso del toro El Garlopo, de Santín, lidiado en Puebla hacia 1880 por la cuadrilla de Bernardo Gaviño se convertía no sólo en importante precedente, acompañado de una fuerte carga simbólica y anecdótica. Es más, hoy día es posible apreciarlo, y para ello dediqué en su momento unas notas que salieron publicadas en este mismo blog (véase: https://ahtm.wordpress.com/2012/02/24/revelando-imagenes-taurinas-mexicanas-no-31/).

   Pues bien, al cabo de una larga labor de búsqueda en la prensa del XIX mexicano, hallé la siguiente nota, que viene a ser un importante antecedente y que pone a El Garlopo en segundo término, aunque dudo que en nuestros días se conserve algo sobre aquel toro que perteneció a la hacienda de el Astillero, y el cual fue motivo de una curiosa ceremonia, de la cual nos da “santo y seña” la nota que publicó

 EL COSMOPOLITA, D.F., del 31 de octubre de 1838, p. 4:

 AVISO.-Para el jueves 1º del próximo Noviembre, ha dispuesto el empresario una excelente corrida de seis escogidos Toros de los que acaban de llegar de la hacienda de Atenco, con los cuales los gladiadores de a pie y de a caballo, ofrecen jugar las más difíciles suertes que se conocen en su peligrosa profesión. Luego que pase la lid del primer toro, se presentará en la plaza sobre un carro triunfal, tirado por seis figurados tigres el cadáver disecado, pero con toda su forma, y la corona del triunfo del famoso toro del Astillero, que en el memorable día 29 de Abril de este año, después de un reñido combate venció gloriosamente al formidable tigre rey, con general aplauso de un inmenso concurso que sintió la muerte de tan lindo animal, acaecida a los dos días de su vencimiento, como resultado de las profundas heridas que recibió de la fiera; y a petición de una gran parte de los que presenciaron aquella tremenda lucha, así como de muchas personas que no se hallaron presentes, se le dedica esta justa memoria, por ser muy digna de su acreditado valor.

   Este célebre toro, adornado con todos los signos de la victoria y acompañado de los atletas, será paseado por la plaza al son de una brillante música militar, hasta colocarlo sobre un pedestal que estará fijado en su centro; cuyo ceremonial no deberá extrañarse, mayormente cuando saben muchos individuos de esta capital, que iguales o mayores demostraciones se practican con tales motivos en otros países, y que sin una causa tan noble, existe por curiosidad en el museo de Madrid la calavera del terrible toro de Peñaranda de Bracamonte, que en el día 11 de mayo de 1801 quitó la vida al insigne PEPE-HILLO, autor de la Tauromaquia.

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MÉXICO ES UN PAÍS SUI GÉNERIS…

ILUSTRADOR TAURINO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    México es un país sui géneris. Su importancia ha trascendido fronteras del curso histórico. Quedaron atrás los acontecimientos que la definen como una suma de culturas indígenas y su representación cultural, política, económica, militar, pero sobre todo religiosa. Todo este entorno fue agredido a la llegada de los españoles quienes, luego de la conquista, impusieron un nuevo modelo a seguir mismo que no destruyó, sino que modificó al anterior. Este, de modo rebelde -en algunos casos-, y sumiso en otros se fue acoplando y fusionando al nuevo esquema que se extendía floreciente en toda la Nueva España.

   En esa fusión que se refiere están reunidos varios caracteres de orden bélico, estético y religioso que, en conjunto, determinaron la vereda por donde ha transitado una de las expresiones vaciadas en el crisol del ser americano en general; mexicano en particular. Me refiero a las corridas de toros.

   El toreo ha logrado en nuestro país una variedad de expresiones depositadas lo mismo en el toreo de a caballo que en el de a pie.

   Ahora bien, el mexicano en cuanto tal ha recreado tanto el arte taurino que ya no sólo es privativo del español -como lo dijera en algún momento José Daza. Lo ha hecho universal y le ha añadido su propio carácter.

   Me atrevería a atentar diciendo que las famosas escuelas rondeña, sevillana, castellana o hasta mexicana del toreo se reduzcan a un estilo impuesto por sus propios diestros, representantes del país o la región a que me refiero. En todo caso se ha convertido en una costumbre establecida al definirse cada uno de estos sentimientos o modelos de inspiración y ejecución. 

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Grabado de Manuel Manilla para confección de un cartel de toros, a fines del siglo XIX. Col. del autor.

    El ejercicio o arte de torear ha evolucionado tanto que los gustos se han modificado también. Por eso decía al iniciar que México es un país donde su carácter como ente y como ser se refleja de modo en que, por ejemplo la “barbarie” del espectáculo taurino es presenciada por un pueblo que lo integra y lo hace suyo tomando en cuenta la variedad de ideas, principios, mentalidades y sentimientos acumulados en siglos de presencia y experiencia hasta darse una concentración que viene a dar en lo que somos.

   Esto es lo que no entienden otras naciones al sorprenderse de nuestras sensaciones y emociones luego de gozar con el arte efímero del toreo. No les cabe en la cabeza que nos vuelva locos un lance de capa o un pase de muleta donde su particular expresión está determinada en factores como la embestida del toro o los tiempos que el diestro imprima en cada una de sus fases, pero también por la circunstancia temporal o emocional del momento.

La fiesta de los toros per se, es bárbara y salvaje porque las circunstancias que la han moldeado, son factores aportados por las diversas culturas y acontecimientos, de guerra y de conquista del pueblo español al cual, se suman las de otros tantos en América, llenos de los contrastes más variados.

 Y si hay que buscar orígenes de esta realidad, Porfirio Arroyo nos dice:

Imposible saberlo…; pero es indudable que ya, en una remota antigüedad, hombre y toro constituyen los elementos complementarios -a la par que antagónico de un impulso irresistible que les lleva a enfrentarse con toda la violencia de sus fuertes instintos, para crear un todo bello y armónico y que esas fuerzas contrarias, lo son más por mutua y paradójica atracción que por odio o repulsión, sentimientos estos que no existen entre ellos. Así comienza a crearse un juego trágico y grandioso, que proporciona a los protagonistas un goce supremo, y así comienza (lo que llama Ortega y Gasset) como “esa vieja amistas, tres veces milenaria, entre el hombre español y el toro bravo…”

    Desde esos remotos tiempos la relación de enfrentamiento del hombre y el toro ha quedado grabada en la entraña de estas sociedades tan heterogéneas en su modo de ser y de pensar, pero tan homogéneas a la hora de conjugar y compartir con un espectáculo que ha encontrado a lo largo de todo ese enorme espacio, su definición gracias a que es una estructura cuya vestimenta es, y ha sido concedida de modo generacional. Me refiero al hecho de las aportaciones técnicas y estéticas que han proporcionado todos los protagonistas cuyo peso en el espectáculo ha sido determinante y decisivo también.

El público, la afición, el espectador, la “rebelión de las masas” ha sido otro factor -independientemente de doctrinas y de las plumas que han pretendido orientarlos-, un conjunto activo de respuestas encontradas que lo mismo favorecen una postura dignificadora, que la liquidan.

   No es posible dirigir por un mismo sendero a multitudes cuyo sólo propósito es divertirse y gozar; o reclamar y repudiar algún acontecimiento que surge desde la entraña misma del ruedo, eje en cuyo derredor transitan esta multitud de opciones. 

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¡YA SALIÓ EL ZURRIAGO TAURINO!

EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Esta efeméride, antes de que pase más tiempo, corresponde al 23 de febrero de 1890.

  La mañana del domingo 23 de febrero de 1890, la afición taurina mexicana se despertaba con la aparición de una nueva opción periodística, en la figura de la revista semanal El Zurriago Taurino, de la que si bien no se tienen muchos datos sobre su editor responsable, sí los hay en torno a sus diversos colaboradores, entre quienes se encuentran: “Nemo”, “El Bebé”, “Joseíto”,  “Carolus” y “El Bole”. Con estos seudónimos tampoco salimos de grandes dudas, pero puede deducirse que, entre ellos se encuentran el Dr. Carlos Cuesta Baquero y Carlos M. López. 

 ZURRIAGO TAURINO

De la colección del autor.

   Zurriago, según el Diccionario de la Real Academia Española es aquel látigo con que se castiga o zurra, el cual por lo común suele ser de cuero, cordel o cosa semejante, de ahí que se entienda que al llevar esta publicación tan singular título, es porque no estaba dispuesta a ser condescendiente con nadie. De vida muy corta, se llegó a publicar hasta el 3 de noviembre de 1890, lo cual es síntoma de lo efímero en ediciones como aquellas, vulnerables a pervivir, sobre todo en un año en que los festejos taurinos estaban pasando por una serie de reacciones muy violentas, sobre todo por parte de diversos sectores de aficionados en cierne que se veían permanentemente “tomados por asalto” por cuanto empresario, torero o ganadero intentaba sorprenderlos. De ahí que la quema o destrucción de varias plazas, se convirtiera en síntoma común por entonces. Quizá por estas y otras razones, era conveniente que, desde la tribuna del periodismo, se atizaran de pronto medidas mucho más contundentes, que trascendieran el radio de influencia, permitiendo con ello que quienes participaban directamente en el espectáculo corrigieran sus excesos y abusos de confianza.

   Con esa razón debe haber nacido El Zurriago Taurino, para lo cual traigo hasta aquí la portada del primero de sus números, con objeto de que, sobre todo, en NUESTRO PROGRAMA, pueda observarse el propósito con el que surgió dicha edición, siendo tan claro el primer párrafo, del que me gustaría hacer eco, por sus semejanzas con los tiempos que hoy día corren, por lo que entre aquella y esta época parece no haber habido grandes cambios al respecto.

   Veamos:

 Verdaderos aficionados y entusiastas admiradores de las lides taurinas, vemos con sentimiento que el toreo marcha, en nuestro país, por una pendiente resbaladiza al final de la que se hallan el descrédito y la ruina de nuestra diversión favorita.

    De lo demás, conozcan ustedes mismos algunos detalles más que ofrece el número de su presentación en sociedad.

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FUEGOS DE ARTIFICIO EN LAS PLAZAS DE TOROS.

REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Nada más fue apreciar dos interesantes fotografías nocturnas que obtuvo Pepe Pelayo para remontar su contenido y su discurso a otras épocas, las de mediados del siglo XIX en donde la costumbre de ciertos festejos taurinos incluía, en todo el despliegue de atractivos, la de los fuegos de artificio. 

JOLGORIO LUMINOSO Disponible febrero 19, 2013 en: http://www.altoromexico.com/2010/index.php?acc=galprod&id=2846

 PIROTÉCNIA FESTIVA Disponible febrero 19, 2013 en: http://www.altoromexico.com/2010/index.php?acc=galprod&id=2846

   Pues bien, entre el enorme conjunto de festejos, sobre todo de aquellos ocurridos hace dos centurias, fue una costumbre el que en su parte culminante, se incluyeran los fuegos de artificio, aquellos en los que personajes como Severino Jiménez se convirtió en toda una institución, como por ejemplo de aquellos sucesos ocurridos la tarde del 3 de enero de 1858, o la del 27 de enero de 1861 y luego la del 2 de diciembre de 1866. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Entre otros participantes, se encontraba el famoso pirotécnico D. Severino Jiménez, especialista en representaciones y puestas en escena de fuegos artificiales.. D. Severino incluso, llegó a publicar un manual sobre pirotécnia, lo que en su época debe haberse convertido en una expresión de imponente admiración, pues para ello se necesitaban conocimientos sobre el uso de la pólvora para luego, generar todo un despliegue de figuras que, al paso concertado de la llama, con los muy puntuales movimientos que adquirían o que daban aquellas armazones, una pequeña flama, pasando por el punto apropiado era suficiente para encender otra más de las piezas y así, sucesivamente, hasta alcanzar la espectacularidad de aquellas efímeras figuras que causaban admiración. Entre otros festejos, que debieron ser muchos, aunque queden pocos registros, se tienen los de las tres tardes mencionadas:

 PLAZA DEL PASEO NUEVO / MAGNÍFICA / Y / EXTRAORDINARIA FUNCIÓN, / PARA EL / DOMINGO 3 DE ENERO DE 1858. / TOROS DE ATENCO. / CUADRILLA DE B. GAVIÑO. / MAGNÍFICOS FUEGOS ARTIFICIALES. / ILUMINACIÓN GENERAL.

   Deseando inaugurar el año nuevo de 1858, con una fiesta amena y digna del buen gusto del ilustrado público mexicano, la empresa ha dispuesto un espectáculo que por su combinación y variedad, no podrá menos que agradar a los espectadores de ambos sexos y de todas clases.

   La función tendrá lugar en el orden siguiente:

SEIS ARROGANTES TOROS / del CERCADO DE ATENCO, enteramente iguales a los sobresalientes que se jugaron en la corrida de la apuesta.

   En el intermedio se lidiará otro / TORO DE ATENCO EMBOLADO, / por una divertida / MOJIGANGA EN ZANCOS / Y BURROS, / cuya diversión tanto entretiene y agrada a los espectadores; concluyendo la corrida con otro / TORO EMBOLADO / para los aficionados. / Acto  continuo aparecerá la Plaza / BRILLANTEMENTE ILUMINADA, / para lo cual se ha encargado el inteligente artista D. Francisco Bardet; y tendrán lugar unos / MAGNÍFICOS Y VISTOSOS FUEGOS DE ARTIFICIO; / ejecutados por el mismo ingenioso pirotécnico mexicano D. Severino Jiménez, que tantas veces ha dado muestras en esta Plaza, de su habilidad en el arte, siendo las piezas principales

El Pabellón chinesco,                                            La copa encantada

El Laberinto                                                              La rueda de la fortuna. 

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Toros en la plaza del PASEO NUEVO para el domingo 27 de enero de 1861.

TOROS / EN LA / Plaza del Paseo Nuevo. / Domingo 27 de enero de 1861 / GRAN FUNCIÓN EXTRAORDINARIA / DEDICADA AL EXMO. SR. PRESIDENTE INTERINO / DE LA REPÚBLICA / D. BENITO JUÁREZ / Quien la honrará con su asistencia. / TOROS DE ATENCO. / BERNARDO GAVIÑO Y SU CUADRILLA. / GRACIOSA MOJIGANGA / Y Magníficos Fuegos Artificiales, / DIRIGIDOS POR EL AFAMADO PIROTÉCNICO D. SEVERINO JIMÉNEZ.

   Deseando esta empresa que la corrida que hoy dedica al eminente patriota que con tanto valor y abnegación ha sabido conservar el gobierno legítimo constitucional de la República, tenga todo el lustre y brillantez posibles, ha procurado con esmero que los toros destinados a ella sean los más bonitos y valientes del cercado de Atenco.

   Asimismo no ha omitido gasto alguno para el aseo de la plaza que estará decentemente adornada. / ORDEN DE LA FUNCIÓN / A las dos de la tarde se abrirán las puertas de la plaza para mayor comodidad del público, y luego que el Exmo. Sr. Presidente se presente en su palco, comenzará la corrida, en la que se lidiarán / SEIS ARROGANTES TOROS / de la raza expresada. / Una graciosa / MOJIGANGA / cubrirá uno de los intermedios, y en los otros, la música tocará las más modernas y escogidas piezas. / Después de los toros de muerte habrá uno / EMBOLADO / para los aficionados, y terminará la función con los / FUEGOS ARTIFICIALES / anunciados. / (…) / La empresa.

Tip. De M. Murguía.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO-NUEVO. / GRAN FUNCIÓN EXTRAORDINARIA / A BENEFICIO / DE BERNARDO GAVIÑO, / PARA EL / DOMINGO 2 DE DICIEMBRE DE 1866. / Cuadrilla del beneficiado.-Toros de muerte de la muy acreditada hacienda de Atenco.-Novillos / para coleadero, por parejas, con sus premios.-Torete para la mojiganga denominada: UN / CASAMIENTO DE INDIOS EN TEHUANTEPEC.-Banderillas a pie por el be- / neficiado, alternando con los picadores.-Banderillas a caballo.-Magní- / ficos FUEGOS ARTIFICIALES, por el hábil pirotécnico D. / Severino Jiménez.

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PERSPECTIVAS DEL TOREO EN MÉXICO EN ESTE 2013.

EDITORIAL.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Una tradición secular difícilmente puede desaparecer. El toreo en México va a llegando a este 2013, a sus 487 años de desarrollo y evolución. Durante todo ese tiempo se han manifestado distintas expresiones que van del toreo a caballo al de a pie. El primero cubrió 289 años, de 1526 a 1815 (esto es, cuando en el invierno de 1814-1815 se celebran torneos de cañas y alcancías para celebrar el advenimiento de Fernando VII al trono de España), aunque comenzó a perder importancia tan luego los borbones se mostraron contrarios al carácter español y afectaron, en consecuencia a los nobles que detentaban el toreo de a caballo en sus dos expresiones: a la jineta y a la brida. Al sentirse afectados en su protagonismo que comenzó a desmembrarse desde el segundo tercio del siglo XVIII, entran a escena de manera más contundente los toreros de a pie. Un extraño deseo por evitar el desplazamiento fue el de aparecer como primeros actores en los carteles que se publicaron de la segunda mitad del siglo XVIII hasta el comienzo del XIX. Su necesidad de participación se trocó en el papel de varilargueros, de picadores de toros que es como ha quedado establecido en el orden de la lidia y en la estructura de las tauromaquias concebidas primitivamente desde la «Noche fantástica, ideático divertimento…» y luego en las dos columnas que levantaron José Delgado con ayuda de José de la Tixera; y de Francisco Montes lograda junto con Santos López Pelegrín «Abenamar». Fueron dos momentos que compartieron la misma búsqueda bajo distinta interpretación. Una de 1796 continuada con la de 1836, concentran la evolución del toreo que dejó de ser primitivo para convertirse en profesional, y moderno en consecuencia.

   México no es ajeno a lo que pasa en España, absorbe las experiencias que nos llegan desde la península pero se les imprime un carácter que no sólo es español. También es mexicano. Es cuando el quehacer campirano se respira en las plazas pero sobre todo, es la abierta expresión de independencia que permite inventar y recrear la fiesta durante buena parte del siglo decimonónico.

   Todo esto es posible entenderlo si nos remitimos al momento atendiendo las circunstancias y el espíritu que imperaban entonces. Cuán divertida era la fiesta, explosiva como pocas, llena de invenciones y siempre dispuesta a las creaciones efímeras. Fue un momento en que se dio como un aislamiento de México con respecto a España hasta que fue posible ver un horizonte en el que comenzaron a aparecer figuras como Manuel Hermosilla, José Machío -primer modelo del torero con arte visto en México-, Antonio Díaz Lavi que, aunque fugaces, dejaron una estela de influencia. De Bernardo Gaviño y Rueda, ya lo hemos dicho muchas veces: terminó mexicanizándose, terminó siendo una pieza del ser mestizo y si no es por su nacionalidad hispana, en este momento lo estaríamos considerando como un mexicano más. Quizás hasta como una gran figura, anterior a Ponciano Díaz.

   Al llegar Luis Mazzantini los puntos de apreciación se modificaron radicalmente y él, como punta de lanza de un gran proyecto se enfrentó a Ponciano Díaz. El atenqueño intentó hacerle frente al güipuzcoano enarbolando una fuerza nacionalista que se hizo condescendiente al toreo recién instalado en México. Con el se dio la fiesta española a la mexicana. Sin embargo -Ponciano Díaz- con ese intento tuvo que materializarlo (y más que esto creo que tuvo que capitalizarlo) en alguna medida por lo que, navegando en él se fue a la deriva, siendo el olvido su refugio mejor.

   El toreo de a pie, a la usanza española y en versión moderna quedó fincado de por vida en nuestro país. Lo demás es esa maravillosa experiencia con episodios magistrales como Rodolfo Gaona, Fermín Espinosa, Jesús Solórzano, Alberto Balderas, Lorenzo Garza, Luis Castro, Silverio Pérez, Alfonso Ramírez, Luis Procuna, Rafael Rodríguez, Capetillo, José Huerta, Alfredo Leal, Manolo Martínez, «Curro» Rivera, Eloy Cavazos, Mariano Ramos, Jorge Gutiérrez, David Silveti, llegando hasta el momento con Manolo Mejía (ya retirado), junto a los “aires de renovación” como Diego Silveti, Arturo Zaldívar, “El Payo” y muy en especial, Fermín Rivera.

   Nuestra época, marcada y definida por las más avanzadas tecnologías no debe separarse de una tradición que permanentemente se promueve, y que forma parte ya de una programación televisiva y radiofónica muy importante. Toma, por lógica, distinto camino al que estábamos acostumbrados los aficionados hasta hace algunos años quienes seguíamos, y estábamos al pendiente de reducidos espacios de estos dos importantes medios de información y desde luego, a la prensa escrita, misma que también abarca en mayor dimensión la nota y la crítica. Lo que no debe descuidarse es que demasiado apoyo, en manos de diversas opiniones puede ser contraproducente, puede dispersarse, pues no siempre opinan los conocedores, sino también otras personas que por el entusiasmo con el que se dejan llevar, simplemente expresan su emoción, pero una emoción que puede ser superficial, alejada de todo razonamiento y conocimiento del que hacen gala aquellos que hoy se acercan al espectáculo para comentarlo en cualquiera de estos medios de comunicación.

   Un perfil que sigue haciendo falta es el de una enseñanza permanente que bien puede fundamentarse en historia, técnica, estética o moral como elementos básicos de aprendizaje. La televisión, con su poderoso influjo puede ser el instrumento eficaz para proyectar estos y otros temas, a partir de programas perfectamente estructurados, sin pretensiones académicas ni dogmáticas cuyo último fin sea el de enseñar, instruir, orientar y dirigir grupos masivos de aficionados que hoy acuden a la plaza con una ligera idea de lo que es, para ellos, el misterioso espectáculo de las corridas de toros, siempre lleno de embrujo, de encantos especiales. El respaldo técnico de los ordenadores debe aliarse al sustento bibliográfico, hemerográfico, así como de filmoteca o fonoteca con claras intenciones de realización y producción dirigidas, como hemos dicho, al grueso de un público -tele-espectador o radioescucha- interesado en seguir la secuencia de programas, series o temas especiales dedicados a la temática propuesta, y toda aquella que, por añadidura va resultando de encontrar en el camino nuevas inquietudes por resolver el amplio espectro de la tauromaquia.

   Un fenómeno nuevo pero tan añejo al que se enfrenta la televisión es el de establecer una tabla de valores, un racero que satisfaga una condición que antaño tardaba en darse. Me refiero al difícil aspecto de que los toreros, en general, son sometidos a un estricto juicio que los convierte en figuras potencialmente efímeras, si no dan el «ancho», o en fenómenos fuertemente ponderados, pues los efectos de difusión son tan grandes, que en cuestión de horas se tendría resuelto el destino de un aspirante o el reinado de un matador, haya o no salido como producto de esfuerzos precedentes. Me explicaré mejor. Recordemos aquella sentencia de Rafael «el Guerra» que pronunció al retirarse: «No me voy. Me echan». A casi cien años de su despedida, los públicos gozaron profundamente la labor profesional del «Califa», pero se dieron cuenta que no podía eternizarse, pero tampoco eternizarlo. De ahí su respuesta cada vez más encontrada, en medio de discusiones. Por eso se dice que el público -monstruo de las mil cabezas- puede elevar, pero a la vez hundir según sus deseos, y un deseo colectivo es capaz de desatarse sin previo aviso. Raras formas de comportamiento son las que tiene la afición en masa. El torero que ayer levantaron en hombros, hoy sale a pie, por la puerta de cuadrillas en medio de fenomenal bronca o bajo el desaire del silencio.

   He ahí pues, otra forma interesante en la que interviene el poder de la televisión, instrumento de la comodidad que permite a muchos aficionados gozar, desde la tranquilidad de sus casas, una corrida buena o mala, pasada por agua o tal vez intrascendente. Desde los años 60 iniciaron una serie de transmisiones desde distintas plazas del país que favorecieron una afición doméstica, pero sin afectar los intereses de empresarios que seguían viendo llenos sus cosos. Fue en los años 70 cuando comenzaron a darse giros, surgiendo la protesta por el beneficio que no obtenían ciertos actores del espectáculo, por lo cual se vieron obligados a forzar una ruptura en la continuidad de las transmisiones, hasta que lograron la salida de cámaras y micrófonos. Poco a poco comenzó a revalorarse la situación, hasta que llegó el momento de la intervención de influencias muy poderosas y la plaza «México» se ha convertido de unos años acá en sitio atractivo de negocios que han puesto a funcionar una maquinaria (más bien parafernalia) con resultados que van de lo «muy bueno» a lo «pésimo», resultados que se trazan en diversos puntos de la gráfica de un cambio que probablemente para ellos ya se dio; para la fiesta apenas se ha convertido en un repunte. La fiesta, el espectáculo de los toros, es una tradición secular a la cual parecen tratar como joven inexperto, cuyos destinos se encuentran en manos de unos cuantos, cuando es tan popular como cualquier otra actividad cotidiana. No menosprecio los esfuerzos, pero sobre todo TELEVISA imprime un poder de difusión «bárbaro» y tenaz, suficiente para llegar a cualquier rincón del país, e incluso, al extranjero mismo, proyectando una imagen que yo no sé si sea la más adecuada, la más digna entre otras contadas opciones, como CANAL 11, TELEVISION AZTECA, o MULTIVISION –y ahora una televisión de paga- que difunden masivamente un mismo acontecimiento, sumando cada cual resúmenes de otros festejos del país o del extranjero.

   Al verter opiniones de tal índole no es para reducir a su mínima expresión los esfuerzos que por años, han realizado diversas personas muy bien identificadas en el medio. En todo caso, se sugiere que surja entre ellos mismos una iniciativa para renovar el contenido de sus programas haciendo el uso adecuado de los medios masivos de comunicación como inyectores adecuados de una enseñanza que no puede limitarse a cuadros básicos de información. Las mismas transmisiones que en uno, u otro medio se hacen de corridas de toros son vehículos muy adecuados para transmitir conocimiento, amén de que todo el sucedido de los festejos sea un manantial de informaciones, siempre amenas e imparciales. Transmisiones como las de Alonso Sordo Noriega, Paco Malgesto o José Alameda aún no han sido superadas, al menos por la generación que hoy se encarga de hacerlo. Ponen todo su esfuerzo, sin embargo la época, el momento que nos toca vivir exige una serie de condiciones, una de ellas, quizás la más importante, es de que su imagen se proyecta en el ámbito nacional e incluso internacional y, de alguna manera, llega hasta el rincón más escondido donde puede haber un radio o una televisión, que le pertenece a alguien dispuesto a informarse de los hechos del momento.

   Durante 40 años el licenciado Julio Téllez García mantuvo su programa «Toros y Toreros» transmitido por canal 11, resuelto con inteligentes propuestas temáticas, desarrolladas, las más de ellas, a partir del apoyo de filmoteca, elemento suficiente de prueba a la hora de intentar demostrar la proyección de tal o cual torero. La imagen fue el secreto de su programa, apenas de 27 minutos, tiempo suficiente para balancear la información de actualidad, compaginada, como ya se ha dicho, con valiosas escenas recogidas por el cine.

   Creo, sin temor a equivocarme, que ya es el programa más antiguo de cuantos se dedican al tema. Y si antigüedad es un equivalente a madurez, entonces nos encontramos ante una muestra del esfuerzo por efectuar trabajos enfrentando limitaciones, pero dejando huella de planteamientos novedosos, de polémicas y de otros asuntos que siempre han navegado viento en popa en el curso de los años de este programa.

   Vayan pues, como parte de algunas reflexiones las que me he permitido compartir con todos ustedes.

23 de febrero de 2013.

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TOROS EN LA VILLA DE GUADALUPE, TACUBAYA, SAN BARTOLO NAUCALPAN y HASTA TOLUCA. DICIEMBRE, 1895.

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

ALGUNOS ACONTECIMIENTOS OCURRIDOS EN LA PLAZA DE TOROS DE LA VILLA DE GUADALUPE, TACUBAYA, SAN BARTOLO NAUCALPAN, Y TOLUCA EN DICIEMBRE DE 1895.

    Noticias de varia tonalidad son las que amenizan el presente escrito, y que, por su naturaleza consideré importante recoger, ya que provienen de viejos volúmenes periodísticos, resguardados en el Fondo Reservado de nuestra Biblioteca Nacional.[1] En ellas, se deja notar un vago intento por parte de periodistas que apenas se dejan conocer por seudónimos intrascendentes como “Rehilete” o “Careto”, que nada nos dicen sobre los otros personajes que para esa época final del siglo XIX estaban haciendo una labor mucho más contundente. EL DIARIO. Político, informativo, jocoso e ilustrado fue uno más de los muchos periódicos que aparecieron de manera efímera en el horizonte de la vida nacional, pero que así como aparecían, desaparecían. Por aquellos tiempos estaba llegando a su fin la larga vida del Siglo XIX, una de las publicaciones más anquilosadas del siglo en cuestión, constituyéndose en ejemplo evidente de la proyección de los diversos acontecimientos de carácter local o nacional que tanto cimbraron al país, sobre todo en su segunda mitad. No se puede mostrar una actitud despectiva por noticias como las que aquí se recogen, en virtud de que a través de ellas conocemos la forma en que el espectáculo taurino tuvo movimiento en sitios a veces omitidos por la prensa capitalina, que a veces en afanes absolutamente elitistas no se concentraban más que en plazas como la de “Bucareli”; quizá la de Toluca o la de Puebla, y pare usted de contar. Aquellas como la de la Villa de Guadalupe, Tacubaya, o San Bartolo Naucalpan, quedaban para esa otra prensa que, como la de EL DIARIO sí llegó a ocuparse de estas circunstancias de “cuernos”.

   Por la naturaleza de estas noticias, ampliamente reseñadas, no me queda sino permitirle al lector la gozosa lectura de cinco noticias que dan cuenta no solo de la corrida más reciente, sino también del próximo arribo a este país de Luis Mazzantini, quien con esa nueva visita lograría una más de sus célebres “Temporadas Mazzantini”. Una de las crónicas tiene el bello encanto de un aderezo poético que tiene, por consecuencia, un valor agregado.

 EL DIARIO. Político, informativo, jocoso e ilustrado. Año I, N° 7. México, lunes 2 de diciembre de 1895.

 NOVILLADA EN LA VILLA DE GUADALUPE

CRÓNICA DE LA LIDIA.-DERRUMBE DE UN TENDIDO. HERIDOS Y CONTUSOS.

    Las autoridades de la Villa de Guadalupe, para obsequiar a los concurrentes a la feria que actualmente tiene lugar allí, organizaron una novillada que tuvo lugar ayer en la tarde en la plaza que al efecto se improvisó en la plazuela que queda frente al Panteón de ese lugar.

   Desde las primeras horas de la tarde comenzaron a llegar los invitados en número crecido, invadiendo las localidades del pequeño circo. Desde mucho antes que la novillada diera principio, la plaza estaba completamente ocupada, en su mayoría por familias distinguidas.

   Sonó la hora, y bajo la presidencia de las Sritas. Palomo y Cabrera, dio principio la novillada como es costumbre, con el paseo de cuadrilla que capitaneaba Carlos Montes de Oca.

   Después salió el

1° Negro azabache, corniapretado y corto. Los de aupa agujerearon la piel del pobre animalito, cuatro veces y se ordenó el cambio de pareja, Castro y Jiménez: el primero puso dos sobaquillos; el segundo un par y medio muy aceptables. Montes de Oca pasó de muleta regularmente y… lazo. El segundo novillo fue castaño encendido, y blanco de cuerna: dos lanzazos, cuatro palos, y…. lazo.

   El tercero, de la misma pinta, que el primero, que como el 4°, 5° y 6° fue recortado, pareado y seguida vuelto al corral.

   Resumen (¿?) NO hay de qué hacerlo, toros, y toros, muy aceptables y muy… baratos.

   Los toretes no fueron muertos, obedeciendo la prohibición del Sr. Presidente de la República, prohibición que fueron nuestros lectores los primeros en conocer.

   Serían como las cuatro de la tarde, cuando al pisar la arena de la plaza el primer novillo, se oyó un ruido sordo parecido al de un montón de huesos que cae; se había derribado un templete que construyó Don Romualdo Leal, sin permiso de la autoridad, para especular con los aficionados que no podían penetrar al tendido de la plaza, por no tener cabida la gente.

   Al romperse los tablones de que el templete estaba formado, cayeron como de unas doce varas de altura más de cien personas que habían entrado a divertirse.

   En la caída hubo muchísimos contusos de poca importancia, que fueron curados en la casa de Leal.

   La autoridad política, luego que tuvo conocimiento del hecho, mandó desalojar el sitio que ya lo estaba, por haberse caído todos los concurrentes.

    Casi todos los contusos no sufrieron cosa mayor, que el susto, y algunos solo permanecían dentro de la casa por ver si se les devolvía su entrada que era de diez centavos por persona.

   Hubo un herido de gravedad, que fue el hijo del Juez de Otumba, el joven Prisciliano Flores, al cual se le fracturó una pierna, que seguramente le será amputada.

   Fue aprehendido Leal y conducido a la cárcel, adonde estuvo el Juez de 1ª Instancia, practicando las primeras diligencias.

 –: Martes 3 de diciembre de 1895, N° 8

 MAZZANTINI VIENE A MÉXICO.

EL DOMINGO HABRÁ CORRIDA EN TACUBAYA.

    En cuanto fue concedido nuevamente permiso para que hubiera corridas de toros en el Distrito Federal, varios capitalistas le hicieron proposiciones a los toreros españoles de cartel para que vinieran a hacer una temporada.

   De esas proposiciones recibió varias el célebre diestro Luis Mazzantini, siendo una de ellas la del rico comerciante de Pachuca Sr. Maquivar, quien le ofreció a Mazzantini 15,000 pesos por una temporada de 5 corridas, siempre que trajera una cuadrilla de cartel completa.

   Mazzantini acaba de contestar al Sr. Maquivar que acepta la proposición, y que solo espera el anticipo de costumbre en estos casos, para ponerse en camino rumbo a México.

   Y es casi seguro que veamos trabajar por tercera vez en México a Mazzantini; pues ayer se decía con mucha insistencia por personas que afirmaron estar bien enteradas, que el Sr. Presidente de la República, concedería nuevamente permiso para las lidias taurinas, pues solo había querido al suspender la corrida del domingo último, escarmentar a la Empresa de Bucareli y a los escandalosos.

   La corrida del domingo próximo tendrá lugar en Tacubaya, y en ella estoquearán Quinito y El Boto.

 –: Lunes 9 de diciembre de 1895, N° 14

 CRÓNICA DE LA CORRIDA DE TOROS DE SAN BARTOLO NAUCALPAN.

GRAVE COGIDA DEL BANDERILLERO LEÓN CORTÉS. ES CASI SEGURA SU MUERTE.

    A las tres y media en punto sin que pasara un momento, se presentó el presidente y comenzó el argumento. 

Y después que la cuadrilla

Cambió las de fina seda,

Se colocaron los chicos

Y dio principio la brega.

   Se abrió la puerta del chiquero y salió el primer bicho castaño carinegro, meleno. Pimienta moja una regular: “El Portugués” 1 con penco herido y desbocado. Centeno y Zocato recortan. El buró muestra asco a la pica y el caballo de “Portugués” que lo había sembrado, se mete sin poder montar. Lo substituye “Arierro” que pone una con mariposa herida y voltereta del jinete. Vuelve “Portugués”. Tardeando, se cuela suelto al “Portugués” dándole un tumbo y destripando al jaco. “Arriero” una buena vara.

   León Cortés cuartea un par caído y el toro salta al callejón y vuelve.

   Jilguerito un par al sesgo, regular y otro brinco del cornúpeto. El toro voltea la cara a las banderillas. León al citar se le va el toro cortándole el terreno, lo engancha por la ingle y lo voltea y haciendo por él le da dos cornadas.

   Centeno dos pases y sale perseguido por aquel ladrón. Dos pases y aprovechando la querencia de las tablas que le da el toro, le propina al bandido animal, una gran estocada que no le fue aplaudida lo que merecía.

 SEGUNDO, berrendo en retinto, bizco del derecho, apretado, pando y flacochón.

   Zocato unas verónicas. Arriero una vara sin novedad. Centeno unas verónicas. Portugués una sin novedad.

   Arriero una con palmas. El Portugués es desmontado y Centeno lo hace salir del caso. Chiquilín una salida en falso y perseguida, dejando el par en la arena.

   Al cuarteo, deja un par abierto. Una buena larga de Filomeno con palmas. Montelirio un cuarteo desigual. Chiquilín aprovechando un par cayendo en el hocico sin consecuencias. Montelirio idem idem, su par malito.

   “Zocato”, desconfiado y movido, da un alto y luego otro y el toro se le cuela. Sin parar y ayudado de Santillo, da dos altos, otro idem, otro igual y otro más. El animalito había aprendido hasta retórica y quería coger; desparramaba la vista y hace tomar el olivo al espada que se las vió prietas. Un alto y cuarteando, se arranca con una caída delantera, y con tendencias.

   En las tablas y cuarteando que da gusto, otra exactamente en el mismo sitio que la primera. Palmas frías y pitos calientes.

   Tercero, castaño encendido, cornigacho, apretadísimo, astillado del derecho y mogón del izquierdo.

   Daoiz una pica nadando y con sardina lesionada, “Arriero” tres, muy buenas, la última, recargando. Daoiz una, quedándose dormido el toro en braguero del caballo que había enganchado.

   Susanillo cuartea un par bien puesto. Filomeno un recorte y el toro se va al olivo y un soberbio par aguantando.

   Palmas y dianas Santillo un aceptable.

   Centeno un cambio con la muleta, un alto, un cambiado, otro ídem, un natural, un cambiado, otro; un medio y entrando derecho, un buen pinchazo que aplaude sombra; un alto, otro y tirándose recto, una caída contraria por atracarse de toros y que resultó atravesada; más trapo y un pinchazo, otro pinchazo; un intento y otro, tocando. Puntilla.

 CUARTO TORO. Castaño alto, vuelto y astifino, “Zocato” dos verónicas. “Arriero” uno con penco mancado y otra con arranque escabechado. Zocato tres verónicas y una navarra. “Arriero” una y penco herido. Daoiz, tres varas. Pimienta una después del toque.

   “Jilguerito” un cuarteo un par y Montelirio aprovechó otro, caídos ambos “Jilguerito”, un medio de sobaquillo. Montelirio sale en falso y perseguido arrojando los palos. “Jilguerito” se mete donde no lo llamaban y Centeno lo llama al orden. Montelirio un cuarteo y “Jilguerito” uno al sesgo.

   Zocato un cambiado, un alto, un cambiado, dos altos, muy movidos. Sin igualar, se tiró con una caída, saltando el estoque en pedazos. El toro brinca al callejón. Un alto y de lejos, cuarteando, volteando la fila y arqueando el brazo, una honda y caída; sin igualar, un pinchazo bien señalado, saliendo el diestro de naja. Sin pases y volteando la cara, una hilvanada delantera y contraria. Silva colosal. El toro se echó de aburrido y el puntillero remató.

   Quinto y último, gateado listón, ojalao, astiblanco y bien armado. Centeno 2 verónicas. Un refilón de Daoiz. Arriero una con tumbo. Daoiz una y aleluya perforada. El bicho hizo una visita al callejón y repitió la suerte, dando dos sustos a los asoleados, pues quería pasar a los tendidos. Toque y salieron los mansos.

  SUSTITUTO. Retinto, gacho y apretado. “Zocato” le paró los pies con dos verónicas. “Pimienta” y “Arriero” otra con tumbo, otra de “Pimienta” con palmas. “Arriero” una con tumbo al descubierto al quite oportuno la cuadrilla. Daoiz montó el caballo del “Arriero”. Este una vara con tumbo. “Zocato” al quite coleando.

   “Zocato” toma los palos y él y Centeno se encargan del tercio.

   El primero, al cambio, un par caído y Centeno, aprovechando, otro delantero desigual.

   “Zocato” uno al cuarteo, abierto y Centeno en igual forma, un palo delantero y fea.

   Santillo se arma y ayudado por Quinito que se bajó del tendido, dio algunos pases y un metisaca corto. Más pases de aplauso para el Quinito y Santillo, sin saberlo, suelta una muy buena estocada que fue bastante.

   La cosa se volvió guasa y varios toreros cargan al matador como si lo fueran a descuartizar.

   Y vamos al RESUMEN. Los toros de Atenco, de primera clase, realmente de primera, y hasta de clase extra, como flacos y feos.

   El primero y segundo con más sentido del necesario. Todos recelosos, brincones y sin bravura.

   Decididamente esa ganadería ha pasado o más bien, debe pasar al sexto de lo inútil.

   De los picadores, Daoiz y Arriero. El portugués salió acompañado de una mona además de la que llevaba en las piernas y fue retirado del ruedo por Centeno.

   En banderillas, Filomeno, que puso un gran par.

   Centeno, revelando en el primer toro, que cuando quiere sabe lo que trae entre manos, pues lo tomó en la querencia de las tablas, dándoselas como las pedía el toro. En su segundo, tirándose como Dios manda. En banderillas mal, con el capote bien y en quites lo mismo, excepto en la cogida de León, que todos se aturrullaron y no dieron pie con bola. En dirección, queriendo y no pudiendo.

   “Zocato” bien con el percal, regular en algunos pases y mal en otros; muy desconfiado y bailarín y a la hora suprema impasable con volteaditas de la figura, arqueada de brazo y cuarteando fenomenalmente.

   La presidencia, peor que los toros.

   La tarde buena; la entrada bastante regular y tuti cuanti.

   León Cortés, en la cogida que sufrió, recibió un golpe contuso con la pala del cuerno, en el vientre al ser enganchado y volteado, un puntazo en el pliegue glúteo de la pierna izquierda, y una fuerte contusión en la frente.

   La corrida, en general, resultó muy mala.

REHILETE.

 –: Viernes 13 de diciembre de 1895, N° 18

 RESEÑA DE LA CORRIDA DE TOROS CELEBRADA EN TOLUCA EL 12 DE DICIEMBRE.

    Bajo la presidencia del Sr. Alfredo Ferrat, que se presentó a las 3 y 35, se dio principio a la lidia de los de Ayala.

   El primero, castaño, verdugo, ojo de perdiz, y abierto, fue burriciego de segundo. Zocato se abrió de capa con cuatro verónicas movidas y una navarra. Colorín un recorte. Mazzantini una con tumbo. Arriero una sin dejar llegar y otra mediana. Mazzantini una con desarme.

   El sordo, previas tres salidas en falso por no hacer el toro por él, uno al cuarteo, bueno. Barciela es perseguido, se deja caer y el toro hace por él, sin consecuencias, estando al quite Colorín. Aplausos al Ostión, que deja un buen par al cuarteo. El toro se huye y Sordo coloca al sesgo un par muy bueno. Barciela quiso aprovechar y se cambió el tercio.

   Zocato, muy movido y desconfiado da cuatro altos y cuarteando da una corta delantera; después de algunos sustos y pasadas sin herir, por no llegar, suelta dos pinchazos y un sablazo infame, oyendo el toque de lazo.

   Segundo, negro zaino, bien armado; Colorín 5 verónicas, algo movidas las tres primeras. Arriero 1 con tumbo y mariposa perforada; Mazzantini 1 tumbo y chupamirto agujereado, haciendo un buen quite Colorín. González 1 con tumbo. Colorín recorta con adornos. Montelirio una salida en falso y un par en la arena; a media vuelta coloca un par caído. Chiquitín 1 a media vuelta y termina Montelirio con uno al cuarteo.

   Colorín, ceñido y parando, da tres altos, dos cambiados, uno de pecho, un sevillano y unas monaditas para un pinchazo, escupiéndose el toro; más pases y en las tablas, una media, baja; trapo y un pinchazo, echándose fuera; una media delantera, una corta y lazo. El toro estaba huido y se tapaba.

   Tercero, castaño encendido, ojo de perdiz, astiblanco y cornialto. Mazzantini tres varas con un tumbo y penco perforado; Arriero un puyazo; Colorín cuatro verónicas y el toro se va a lamer los tableros. Sordo un par cuarteando y luego un medio; Mazzantini uno aprovechando, en las costillas y previas dos salidas otro par malísimo. Zocato, bailando boleras, da algunos pases y se arranca, cuarteando, para un pinchazo más trapo y más baile, para pasarse sin herir, otro pinchazo, y un bajonazo. La música tocó diana. ¡Horror!

   Cuarto, retinto lomipardo y abierto. Colorín 4 verónicas y unas monaditas. Seis malísimos puyazos de García y González por un murciélago difunto; otras monaditas de Colorín. Perdigón un magnífico cuarteo. Chiquilín una perseguida y Colorín juega con el bicho al hacer el quite; Chiquilín un medio de sobaquillo; Perdigón un buen par al sesgo. Colorín 3 cambiados, un alto y dos naturales, para un pinchazo y una media. Puntilla.

     Quinto, negro zaino y corto. Zocato dos galleos con el capote al brazo. Colorín un galleo y un recorte. Zocato 3 verónicas movidas, González dos puyazos y vuelve al corral.

   Sustituto castaño enchilado, hociblanco, abierto y vuelto. Piedad y González cuatro pésimos lanzazos tapándole la salida. Colorín cinco verónicas. Barciela un abierto al cuarteo y uno caído a toro parado. Mazzantini un abierto y medio en los costillares.

   Zocato hizo un conato de cambio y varios trapazos con baile para una contraria y caída, un pinchazo a volapié, echándose fuera, otro en las tablas y un descabello.

   Sexto, al corral y le siguió el sustituto, con bronca al canto y salió el segundo sustituto, negro zaino, que con dos refilonazos pasó a banderillas ya de noche. Montelirio un cuarteo y medio par a media vuelta; Perdigón un palito a media vuelta.

   Colorín lo despachó al desolladero de un pinchazo y una media caída.

 RESUMEN

 Ganado, pésimo como pocos.

Zocato, como el ganado.

Colorín, valiente y dándose vuelo con las monerías.

De los picadores, ni el arriero.

En banderillas, Perdigón en un par.

Servicio de plaza, malo.

El de caballos, peor.

La presidencia, bien al empezar la corrida y muy mal después.

Entrada, regular en sol y floja en sombra.

El servicio del ferrocarril, a pedir de boca.

Y hasta el domingo, si Dios quiere.

                  CARETO.

 –: Lunes 16 de diciembre de 1895, N° 21

 CUERNOS EN TOLUCA. RESEÑA DE LA CORRIDA DE TOROS DE AYER.

 La afición no viene a menos,

Los toros siguen en auge

Y el público iría hasta el Congo

Con tal de aplaudir los pases

Del “Quinito”, o los del “Boto”;

Del “Perdigón” buenos pares;

Y los tumbos del “Fortuna”

Y de los chicos los lances.

A Toluca vamos presto

Andando, que se hace tarde.

Que al par de ver la corrida

Veremos rostros de ángeles;

Porque son las Toluqueñas

Bocato di Cardinale.

La máquina alegremente

Da sus silbatos al aire,

Cruje el convoy y se aleja

En medio de los maizales.

Se va el camino admirando

Que tiene bellezas grandes

Y la vista se recrea

Al ver abajo, en el valle,

Al pasar por la alta cima

El pueblo de Ocoyoacaque,

Luego se divisa Lerma

Y al fin la meta del viaje,

Donde se espera la fiesta

Que por engaños y fraudes

Han suprimido en la Corte

Las buenas autoridades.

Ya la plaza está repleta,

El público está que se arde,

Y al fin el juez a su palco

Llega a presidir. Ya se abre

La puerta de los suspiros,

Y vienen los capitanes

Al frente de sus muchachos

Y va a comenzar la brega.

¡Lean ustedes adelante!

(Servicio telegráfico, especial para El Diario).

    Ocupó la presidencia el Sr. Pedro Zúñiga, sonó el clarín y saltó el

PRIMERO, castaño y delantero. El “Chato” pone una vara y es volteado. De “Fortuna” y “Castañero” recibe el animalito tres puyas y mandó de paseo tres mariposas.

   De pareja salen “El Sordo” que coloca un par al cuarteo y Barciela uno al sesgo.

   Quinito cumple con el Juez y da cuatro altos, dos cambiados y a volapié una corta delantera; más pases para una corta y delantera también que fue suficiente.

SEGUNDO, el segundo de Atenco vestía flux castaño encendido y era gacho.

   El Boto le da dos verónicas. De tanda Pérez y Fortuna que ponen cuatro varas respectivamente.

   Quinito emplea mal sistema para agradar: y el buró pasa a manos de “Pipa Grande” y de “Perdigón”. El primero pone dos pares al cuarteo y el segundo dos al sesgo.

   El Boto después de brindar a la presidencia se encara con el bicho y emplea la siguiente faena: ocho naturales, cinco altos, dos cambiados y uno de pecho a cambio de dos pinchazos y una estocada delantera y caída.

   El puntillero se encargó de darle su pasaporte.

 TERCERO

   Castaño claro, apretado y de muchos pies.

   La saludó Quinito con tres verónicas, una de farol y dos aragonesas. Palmas al muchacho.

   Los de aúpa eran Pérez, Tolima y Castañero, quienes mojaron cinco veces por orden cronológico.

   Forman los zarcillos “Santillo” y el “Moreno” y cumplen su cometido de la manera siguiente: el primero un par al cuarteo, el segundo otro del mismo modo; repite “Santillo” con otro igual y finaliza “Moreno” con medio al cuarteo.

   Navarro empuña los trastos y da 3 cambiados, cuatro naturales superiores, dos de pecho para un pinchazo. Más pases para una corta barrenando. Después una honda tendida, un intento y el bicho se acuesta, concluyendo con él el puntillero. Palmas al “Quinito”.

CUARTO

Retinto, meleno, bizco del izquierdo y corto.

   El Boto sacude el trapo tres veces. Recibió de los de tanda siete varas. El Perdigón uno al cuarteo bueno; el Madrileño otro en la mis forma; otro bueno también del Perdigón, cuarteando; y por fin, el Madrileño, otro par al cuarteo de igual manera.

   El Boto, para despachar a la fiera, emplea diez naturales, tres cambiados y tres altos para tirarse con una corta arrancando. Después cuatro altos, dos naturales y una honda caída que bastó. El diestro escuchó pocas palmas.

QUINTO

   El quinto que finalizaba la corrida era berrendo en castaño. Navarro dio tres verónicas y después entre él y el Boto torearon al animalito varis veces.

   Los de caballería le tentaron la piel a la res cuatro veces cayendo en una de ellas uno de los piqueros. Al quite el Quinito coleando.

   Se pasó al segundo tercio encargándose de desempeñarlo el Sordo y el Pipa, que adornaron al bicho con cuatro pares al cuarteo.

   Quinito da un alto, un redondo, dos naturales, sufre una colada y da después una honda contraria en las tablas, terminando su faena con un descorde.

   Resumen.

Espadas.-Quinito bien en su segundo toro, en el que escuchó aplausos por su buen trasteo y por la fe con q1ue entró a matar. En la brega estuvo trabajador y oportuno en los quites. Dirigiendo así, así El Boto-Regular haciéndose aplaudir con “Quinito” al torear al alimón. En la dirección a la altura de Navarro.

   Banderillas.-un par del Perdigón al cuarto toro.

   Picadores.-Como siempre.

   Ganado.-Cumpliendo sin hacer cosas notables.

   Presidencia.-Medianamente regular.

   En lo general la corrida dejó satisfecho a los aficionados.

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[1] Universidad Nacional Autónoma de México. Hemeroteca Nacional, Fondo Reservado. Vol. 91, Miscelánea Mexicana del siglo XIX.

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JOSÉ GUADALUPE POSADA EN LOS TOROS. XV.

EL ARTE… ¡POR EL ARTE!

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Ireneo Paz, cuando da la “bienvenida” a José Guadalupe en La Juventud Literaria, esto a finales de 1888, lo hizo exaltando las virtudes del que comentaba en loor al joven periodista: “al primer caricaturista, al primer dibujante que tendrá México”. y no se equivocó don Ireneo en advertir semejante futuro, el destino de un gran hacedor que hoy se encuentra en tan alta estima. Quizá en su época, en su momento, las cosas no deben haberle pintado tan bien como era su deseo. Pero al margen de los dramas en su vida, el artista –como apunta Rafael Barajas- “el dibujante desarrolla su gusto por la caricatura de crítica de costumbres (…) de la caricatura política”.[1] En todo aquello, el costumbrismo por el que se encaminó buena parte de la prensa permitió un despliegue novedoso en el que figuras como Posada encontraron fértil campo en aquellos espacios donde todos los impresos estaban sometidos a una fuerte represión y censura porfiriana, salvo que fuesen afines a la dictadura.

   Gracias a aquel estado de cosas, si es que debe agradecerse por las condiciones ya expuestas, es que ese costumbrismo lo manifestó, entre otras cosas, abordando el tema de los toros que, para los años en que ya se encuentra en la ciudad de México, incluso hasta su muerte, las corridas de toros estaban en la mejor etapa de su desarrollo. Creo inclusive que debe haber percibido los cambios habidos entre la que fue una auténtica expresión nacionalista detentada por Ponciano Díaz, y aquella otra en la que los españoles se posesionaron del control de la tauromaquia para ponerla al día, para estabilizarla.

   Por cuanto puede percibirse en sus dibujos, grabados y caricaturas, es consciente de aquel nuevo estado de cosas y lo comparte, lo asimila y procura entretejer su idea y concepto de las costumbres, esas sí muy mexicanas, mestizas e incluso indígenas para luego depositar buena parte creativa en sus famosas “calaveras”.  

CUADERNO DE BRINDIS TAURINOS Y COPLAS HUMORÍSTICAS

   Por lógica razón, todas aquellas caricaturas y grabados con tema taurino que se conocen “ad nauseam” apenas dan idea de la obra “posadiana” en su conjunto. Por eso este trabajo pretende romper, en la medida de lo posible con ese discurso lleno de lugares comunes. Por ejemplo es deseable acercarse a la gran cantidad de carteles que fueron impresos en esos años, y donde grabados de Manilla y Posada se convirtieron en la pieza decorativa de los mismos, incluso alguna capitular o numeral ilustrados de manera combinada por ambos creadores.

   La larga tradición caricaturesca que se dio en el México del XIX permite que tal expresión culmine, al menos con esa centuria bajo la égida de la mancuerna Posada-Manilla, del que por cierto la cabecera de un cartel de la época que acompaña las presentes notas es de su creación: 

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CONTINUARÁ.


[1] Rafael Barajas Durán (seud. “El Fisgón”): POSADA. MITO y MITOTE. La caricatura política de José Guadalupe Posada y Manuel Alfonso Manilla. México, Fondo de Cultura Económica, 2009. 548 p. Ils., facs. (Colección Tezontle)., p. 76.

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VOCES DE ALARMA Y CANTOS DE SIRENA.

CRÓNICA.  

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Una fiesta que conserva tantos vestigios da la absoluta impresión de que o está cambiando o ha cambiado para adaptarse en la modernidad, condición de nuestro tiempo a la que aún le cuesta tanto trabajo aceptar tanto a sus sociedades, como a las ideologías y otras muchas formas de pensar. Para que, bajo esa limitante, cohabitar se convierta en la mejor posibilidad de su aceptación. Las multitudes reunidas la tarde-noche del domingo 17 de febrero de 2013, aclamaron un nuevo estado de cosas, con todo y que forma parte del viejo catálogo de suertes y expresiones, aunque se percibe ya que cada vez son también más modernas. Es difícil comprender esta especie de entrecruzamientos en el tiempo y entre lo que queda de antiguas representaciones, sujetas al predominio de dos tauromaquias lo cual revela un sentido o un significado que intenta o pretende adecuarse al presente. Esa puesta en escena tan dieciochesca, tan decimonónica, se recrea en este siglo XXI tan avanzado y tan fuera de su realidad, a pesar de todos los consejos que el progreso pueda darle, aunque con marcada lejanía con la razón, porque todavía el hombre como tal no alcanza su realidad de ser pensante absoluto. ¿Será que por eso sigue tan dividido, sigue odiando y en consecuencia son tan perversas y crueles algunas de sus actitudes o decisiones?

   A lo largo de una temporada que ayer culminó, se hace urgente un balance coherente, el que se encuentre distante de las luces de artificio, en donde todo parece venir del país de las maravillas y el optimismo apremia para evitar, en todo caso, pesimismos incómodos.

   Tres de a pie y uno a caballo dejaron ver precisamente la forma en que lo mutante de la tauromaquia es, en estos tiempos una realidad concreta. El quehacer de Pablo Hermoso de Mendoza es, en buena medida, la síntesis de todos los anhelos de aquella aristocracia que detentó el toreo hasta que se encendieron las luces del siglo ilustrado y luego pasó un largo periodo de recesos incómodos, hasta retornar a protagonistas como Antonio Cañero, Joao Branco Nuncio o Álvaro Domecq. Después y en un giro inesperado, al quedar bajo la custodia de Joao Moura se abrieron nuevos destinos para el toreo de a caballo al que luego se uniría Pablo Hermoso quien ha logrado forjar una expresión sintetizada de todas las suertes, dotándolas de una gracia que ha venido elevando sus comparecencias, hasta convertirlo en favorito. Este domingo, la suerte le deparó las dos caras del destino: la alegría de haber conseguido un conjunto muy equilibrado del lucimiento, aunque culminara si no del todo correcto, pues la “hoja de peral” quedó algo trasera y perpendicular, pero los efectos se hicieron notar casi al instante. Es de lamentar el papel que cometió el juez de plaza –así, en minúsculas-, pues de nada sirvió su presencia en el palco que no fuera para llevarse a su casa una carga de insultos, denuestos y descalificaciones ante un error y luego otro. Ya se ve, la manirrotura de sus excesos en el otorgamiento de apéndices fue la causa principal para incomodar a buena parte de los asistentes que se sintieron de pronto, desamparados. Y la cara del fracaso que, en un abrir y cerrar de ojos transformó el que ya era un triunfo más en su poder. El destino le cobró caro y la suerte suprema vino a convertirse en amargo e inesperado punto final.

   Y Pablo Hermoso de Mendoza estaba en la plaza para desplegar una vez más todo ese repertorio de tauromaquia moderna, fresca, lucidora que se ha empeñado en desarrollar para dejar en las plazas un estado de ánimo de satisfacción. Y la cuadra que lució, impecable, de nerviosos movimientos y contundentes reacciones al mando de esas riendas que solo el navarro sabe manejar tan bien.

   Tuvo además, la fortuna de enfrentarse a un par de ejemplares de los que se consideran de ensueño. Pertenecieron Quijote y Cervantes a Los Encinos. Ambos, dejaron muy en alto la dignidad de esta ganadería.

   Después, y ya en la lidia ordinaria, la de los de a pie, con seis ejemplares de otras tantas dehesas, como en un manantial, dejaron a simple vista una serie de apuntes que se convierten, como he venido advirtiendo, en la novedosa expresión de la tauromaquia más moderna. Si bien el capote es un instrumento de alta importancia, el uso que de él se viene haciendo o se limita o se utiliza para eficientes movimientos que quizá, dan cierta intensidad a pretensiones que no concretaron. Ante un exceso minimalista, el barroco no deja de estar presente.

   Viene en seguida, la práctica casi reducida a la de actores menospreciados en la figura de los varilargueros, que ya se percibe que su presencia está a un paso de lo simbólico, pues ha sido común denominador en esta temporada el que las reses recibieran un puyazo. Lejos estamos de aquellos tiempos en que, además del inútil procedimiento de la no presencia de petos se tenía un balance de bajas considerables en la caballería. Con el peto protector y, en la mayoría de los casos con ejecuciones que no se corresponden con los dictados de las tauromaquias o los usos y costumbres, esta parte de la lidia pasa a ser cada vez más un desagradable capítulo que, de no cuidarlo en su esencia, perderá todo valor representativo en los fines que persigue.

   Fermín Espínola puso la nota de una ejecución clásica en banderillas, salvando en alguna medida su actuación que por momentos brilló intensamente y en otros se opacó terriblemente. De hecho, corroboró el buen estado de salud en el segundo tercio y en manos de banderilleros que lucen en todos los terrenos de la plaza y ante cualquier toro.

   Y si sus faenas fueron señal de cierta apatía, la de Alejandro Talavante, en medio del caos de su primer y más contundente trasteo, a su primero, fijó normas para citar, templar, mandar, ligar y en todo ello imprimió otro sentido u otra condición esencial: darle una dimensión a ciertos pases en los que materialmente se enredaba al toro y de tanto atracarse se veía y se sentía lo imposible de que saliera librado, como sí lo consiguió al dominar desde su eje a la otra fuerza, la del cornúpeta que, en esos puntos imposibles todavía realizaba giros concéntricos de inaudita comprobación. Y tanto Espínola como Talavante también se dieron al ejercicio ordinario de tantas y tantas faenas en donde pesa el corte de un mismo patrón, donde pasa también la misma tijera pero que terminan por encantar y fascinar a las masas.

   En esos puntos se encuentra cimentada la tauromaquia que hoy día gusta, la que se ha ido alejando de los moldes clásicos, porque también el ganado que ha perdido significativamente importantes valores de casta y bravura lo permiten. El torero, en su afán de agradar tiene que hacerlo con bastante frecuencia ya no frente a toros con esas características, sino al estatismo de muchos animales que perdieron condiciones ideales importantes, las supone que el ganadero dedicó en largas jornadas allá en el campo, y que son las que vendrían a afirmar y reafirmar la contundencia de la bravura sin más.

   Finalmente, la actitud de los públicos es que ha tenido que adaptarse a dichas condiciones. El aficionado de toda la vida deja notar sus desencantos. Los públicos nuevos no. Parecen conformarse con lo que hay y eso es un peligro latente pues desconoce que buena parte de los significados de la tauromaquia se deben al arrojo, a la bravura. A la presencia de unas fuerzas desatadas que son ahora de un comportamiento tan extraño como novedoso, y donde el imperativo es regresar, y de ser necesario, a la génesis misma de ciertos elementos que por siglos, han constituido a un espectáculo que, o se extingue o se renueva. He allí el dilema.

   Este es en principio, parte de una serie de análisis concretos sobre el nuevo comportamiento de la fiesta, la del siglo XXI que da por resultado buena parte de los síntomas que aquí se han revisado. Entre que haya voces de alarma y canto de sirenas, el hecho es que conviene seguir valorando con reposo la nueva composición de la tauromaquia. 

19 de febrero de 2013.

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